Crecí en el cristianismo, cada domingo iba a misa, los sermones de los pecados de la carne, que satanás está al acecho, para arrastrarte al inframundo… como no la ofrenda a Dios… ¿A Dios o a los hombres? durante años estuve yendo intentando entender muchas cosas, que salia de mi entendimiento. Mi abuela, era voluntaria, en un grupo social, de pequeño me llevaba con ella, a entregar alimentos a los menos favorecidos como ella los llamaba. En mi adolescencia, varios grupos de voluntarios, venían a clase, a ofrecer su testimonio, el porque hacer voluntariado, pero como todo joven rebelde, no quiso escuchar, lo encontraba todo una manera mas de sacar dinero a la gente, dinero y tiempo muy poderoso para el ser humano y sin recibir un céntimo a cambio.
De joven, mi super yo, nos metimos en problemas, el poder de las adicciones, no es exageración, dominado por el mismo diablo, que tanto rehusé en la iglesia, que se necesita más que mi super yo, para poder salir adelante. Me meti en delitos graves por culpa de mi estado de ebriedad, y falta de sentido común, acabe en la carcel, según yo era inocente. Hoy veo todo muy diferente. Yo el que no creía en Dios, implorando, suplicando, en la oscura celda de mi hogar. A los pocos días, ignoro quien, se me concedió la oportunidad de apelar, así, mi abogado y yo, de diez años de carcel, a la oportunidad, de hacer un año de servicios comunitarios, en aquel entonces, acepté sin pensarlo, llorando incluso. Ya fuera de esas celdas, en el confort y seguridad de mi hogar, empecé a maldecir nuevamente “Que iba hacer yo en aquel lugar con los pobres, no solo de dinero, sino también de salud, de limpieza…” Me mire al espejo recordando la promesa a Dios, si me sacaba de la cárcel, la verdad estaba fuera, yo debía “Aceptar el cambio sin rechistar, e ir feliz hacer el voluntariado”
No me lo podía creer, la persona que me pusieron a su cargo, era mi mejor amigo de infancia ¿Casualidad? Tengo mis dudas, me presento a todos los compañeros, todos sabían mi historia de incondicionalidad, pero nadie me hizo menos, nadie me juzgo, todos me trataron con calidez y amor… Aquel primer día, iniciemos con el repartir de alimentos, tantas familias con necesidad, del inmigrante, que llegó para una nueva oportunidad, la burocracia no se lo pone fácil, no puede conseguir trabajo, ni mandar el dinero que le gustaría, a la mujer, a los hijos que dejó en su país, por encontrar una vida mejor. La ancianita, que no tiene una pensión suficiente para poder sobrevivir, sus hijos viven todos lejos, los pocos nietos que tiene cerca, van a su rollo, la pobre mujer, se siente sola, y desamparada. La madre soltera con tres hijos a cargo, con un salario mucho más bajo de lo que necesita, si no fuera por ese voluntario solo le podría dar a sus hijos una comida al día.
Después les acompañé al comedor social, donde otros sin ni siquiera un techo, venían a recibir ese único plato caliente que tenían asegurado en el día, esa ducha tan necesitada de cuerpo, alma y espíritu, ya que me aseguraban, que era su momento de agradecer a Dios.
En las actividades de la tarde, les acompañé al centro de ancianos, tantas almas solitarias, tantas personas de edad avanzada, tantas guerras en la espalda, para ser dejados de lado en un centro de ancianos, no, no era un lugar de vivienda, era su única vida, ya que sus familiares no tenían tiempo para ellos, olvidándose que hubo un dia que todos ellos, dejaron sus vidas por cuidarles…. de verdad me lleno de pena, una tristeza que hacía tiempo que no sentía… ellos lloraba, yo lloraba con allí les acompañemos, les escuchemos, les saquemos a que sintieran, el sol, el aire… les saquemos una sonrisa, una carcajada, les recordemos que son personas dignas de ser amadas y respetadas. También visitabamos a los ancianos que vivían solos, les acompañabamos en sus paseos, o sus quehaceres, o simplemente, les llevabamos la compra o un plato caliente a su casa
Esa noche primera noche me acosté sin llegar a entender una inmensa paz que me envolvía, con una sonrisa en mis labios, feliz, en paz… con todas las imágenes que había vivido durante el día… Al día siguiente un vuelta empezar… día a día me sentía cada vez más agusto y en paz, de obligación pasó a ser necesidad. Algún caso tuvimos de personas con problemas de adicción, todos me señalaron para ayudarle en esos primeros pasos para salir del pozo, me sentí tan agradecido, y emocionado a la vez, también fuimos acompañar, a presentarnos a jóvenes con familias desestructuradas, muchos poseían una rebeldía que no me era desconocida, aunque pareciera lo contrario, eran los que más necesitaban paciencia, afecto y amor…
Hoy, con mi condena realizada, sigo en el voluntariado, e intento que mis conocidos entiendan el verdadero valor del voluntariado, hoy hago conciencia que Dios me mandó allá, no por ayudar y salvar a los demás sino salvarme a mí mismo….
Escrito: 19 de octubre del 2025
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