Iba a protagonizar a mi yo, de 20 años atrás, pero no hace falta ir tan para atrás, ni siquiera una década… recuerdo a mi yo celebrando mis 29 años, en Ciudad de México, rodeada, de “Amigos” y sobretodo, la oportunidad de consumir alcohol, sí aquello era lo mejor, me dominaba mi yo activo, enfermo de adicción, de orgullo “yo no soy discapacitada, puedo con todo” siempre que tenga a mi caballero andante, mi copa de Vodka en mano…
Sí, la discapacidad, es el menor de mis problemas, sino la sociedad, que a causa de su discriminación, despertó ese dragón ambriento, rabioso, con deseos de destruir todo lo que encuentre a su paso, principalmente a mi persona… Mi mas grave no es el alcohol, ni la sustancia, sino una dependencia emocional, que durante más de una década ejercí, al padre de mi hija, convencida, que el era perfecto, el que me hacía a mi perfecta, que con él al lado podía con todo, pero en realidad, mi enfermedad emocional, me dominaba, me discriminaba tanto a mi misma, que me anulaba como persona, aguantandome con fuerza, en un bastón que me llevaba a la destrucción, gracias a un Dios misericordioso, no a la muerte.
Gracias a Dios ya, no soy esa persona, empiezo a entender muchas cosas, iniciando como me autodestruia, me saboteaba continuamente.
Esa Vane de hace simplemente menos de una década atrás maldecía a la gente, que la discriminaba, pero ella era la primera, que se discriminaba, que se autodestruia, que no se amaba, por más que la escasa gente, que creía en su capacidad, se lo gritaban ella no creía, simplemente no se veía, pero en cambio creía cada palabra de ese lobo tóxico, creía, que todas esas palabras que él la decía, directamente iba a su subconsciente, sin reflexionar, sin filtro, sin ser consciente ella, de lo equivocado que estaba él, no veía vida sin él, a la misma se anula ella, envenenandose también físicamente.
Escrito: 04 de agosto del 2025
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