Aunque parezca lo contrario, tener una adicción al alcohol, o las sustancias, cuando se tiene una discapacidad, es más entendible de lo que parece… Dos temas, independientes muy interesantes, pero que aún hace doblemente interesantes, cuando los fusionamos, es un pez que se muerde, la cola, para al final ese pez ser devorado… Vayamos por partes… La discapacidad, parálisis cerebral en mi caso, tiene unas secuelas permanentes en la persona, espasticidad gran parte del día, lentitud, sobresaltos involuntarios, tartamudez…. Con el consumo de alcohol, o tales sustancias nominadas ilegales, bajan considerablemente, en otras palabras es como si casi la discapacidad, desapareciera (no caminas solo, pero si tus músculos se relajan bastante) no es de extrañar, que a la persona, o el subconsciente de esta le fascine esa sensación, se pregunte, que si realmente son tan peligrosas como dice el sistema, es como la poción de Ursula con la sirenita, ese contrato con el diablo, pero, obviamente el diablo sabe, que no eres tonto, te pone un dulce muy endulzado, para llevarte a su terreno, cuando ya te tiene convencido “Zas, ya no puedes salirte”
Sí, porque al principio, todo es perfecto, inocente, tus secuelas van desapareciendo al principio…
La enfermedad de la adicción, se alimenta de tu malestar mental, tu vacío espiritual, algo muy común en la discapacidad, a causa de la poca comprensión (incluso por la familia) y la descriminación de la sociedad… la Adicción te muestra una cara de paz de bienestar, de lograr lo que el mundo te arrebató… “De verdad no puede ser tan malo, cuando puedo lograr tanto con ella” esa eran mis palabras en ese trance que en realidad, era más zombie que persona solo que la adicción me ocultaba. Yo ignoraba totalmente como me veía.
Una cosa era lo que la sustancia o el alcohol, me mostraban generando una dependencia a ellos, dándome por un breve tiempo (el tiempo de consumo) lo que la discapacidad, el mundo me arrebató, ¿pero a cambio de que? 30 min más tarde, me era necesario otro consumo de la sustancia, cuando no pude alimentarla más, caí en un profundo vacío, todos los monstruos llegaban a mí, donde mis peores demonios me atormentaban de la peor manera, donde la paranoia cogía lugar, una ansiedad, imposible de controlar… Por otro lado, todos mis dones, todas mis capacidades habían desaparecido, como dicho en líneas arriba estaba como una zombie viviente. Sin olvidar que mi espasticidad, sobresaltos, todas aquellas secuelas que desaparecían con el consumo, regresaban aún con más potencia, y yo menos habilidad
¿De qué dones hablo? Mi talento, mi don de escribir, mi inspiración se había esfumado, no era capaz de construir, ni una sola línea, estuve semanas sin publicar nada, mi hija, durante meses ni una foto ni video, cuando yo como madre, soy muy fanática de ello, mi oído, es uno de mis sentidos más fiables, obviamente estando en una silla de ruedas, la vista no me llega, y me guio mucho por el oído, el saber por ejemplo, si llegan coches o no, tras el consumo, ese sentido también estaba dormido, sin ser consciente, que mi silla de ruedas con motor, es un coche, yo conduciendo drogada y alcoholizada a tope, lo peor mi hija era pequeña, yo era incapaz de hacer conciencia de lo peligroso que era aquello, si no nos pasó nada malo, es porque Dios, literal, nos guardó a las dos de todo mal… ese estado, no mejoraba en cuestión de horas, sino de días e incluso semanas… es entonces cuando la adicción te volvía a reclamar con desespero… la rueda volvía a empezar.
¿Cómo salir de todo aquello? Alimentar mi espíritu, entender, que algo más grande que todos nosotros, me mantiene en pie, desde antes de mi nacimiento, desde antes que llegara mi discapacidad, Él ya me guardaba, era necesario pasar, por todol o que pasé, incluida la adicción, habitual, en los que estamos enfermos del alma, del corazón, ya sea por discriminación (en mi caso por discapacidad de ahí otras cuestiones) o otros temas. Pero como leí por algún lugar… “Nadie puede amar a sus cadenas, aunque estas sean de oro”
Esque mi círculo fue: consumí para escapar de las secuelas de la discapacidad, de discriminación de la discapacidad, me encontré, secuestrada en propia cárcel mental, me creía tanto el yo puedo, aunque sea envenenándome, que me olvidé que había alguien mas grande capaz de sacarme, de la cárcel mas peligrosa que me encontraba, mi propia mente enferma de adicción.
Más de 3 años de sobriedad, ahora sí encontré la verdadera libertad, no puedo dirigir la sociedad, pero si puedo afrontar el cómo me afecta. Hoy realmente si puedo elegir, ahora soy consciente del gran poder que es Poder elegir Hoy entiendo que sola no puedo, pero tengo un Papá celestial, que me ama, que me conoce, entiende bien mis heridas, que ahí está, que ha estado siempre, siempre estará, que cree en mí, mucho mas de lo que yo creo, entiendo que el vino, por los enfermos de espíritu, por ello me dió propósito, cuando acaban mis fuerzas de humana empiezan las suyas, todo lo puedo en cristo que me fortalece.
Escrito: 11 de septiembre del 2025
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