Sí soy mujer, una mujer del siglo XXI y me apena descubrir la cruda realidad, cuando era niña, estaba convencida que, al ser mayor, todo sería diferente, siempre me prometí, que no seguiría el mandato de la familia, el hombre que me acompañara sería, amable, de buen corazón, respetuoso, siempre me protegería, jamás me lastimaría, como los antepasados de mi familia, mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo… Los antepasados de mi familia, me mostraron el machismo, que este mundo no está hecho para mujeres, pero no podía entender, por qué estamos las mujeres, que algo en mi debía ser diferente, yo haría la diferencia, porque llegado ese punto, llegado el día de hoy, ya estamos en el siglo XXI, ya mi hombre, sería todo un caballero, como mis héroes, aquellos que crecí con ellos, que me mostraron que existe la bondad en el género masculino.
Tenía 25 años cuando lo conocí, era tan gentil y bueno, pensé que, al fin, había conseguido romper la cadena de machismo y violencia, me hacía reír, me cuidaba, me robó el corazón, me enamoró, era el príncipe azul que siempre soñé, por primera vez, empecé a confiar en los hombres, no dudé en ceder, y darle una oportunidad.
Me invitaba a bailar, me decía cosas hermosas al oído, me hacía enamorar más de él, algo que ningún hombre me había mostrado, por eso sabía que lo había encontrado, que era el indicado. A los pocos meses me pidió matrimonio, no dudé en dar el sí, emocionada, entusiasmada.
A los pocos días de mi boda, inicié otra realidad, él no llegaba a casa, ya era de madrugada, no pude evitar preocuparme, ya que por más que telefoneaba, su teléfono apagado se encontraba, la una, la dos, las tres, el reloj marcaba, yo más desesperada me encontraba. Ya estaba medio adormilada, cuando escuche la puerta, un sinfín de gritos de insultos indefinidos, intenté hablar con él, que me contara, pero solo recibí un sinfín de insultos, y malas palabras, al querer acercarme más, me dio una bofetada, después otra, luego otra, tras varías más, cogió de la nevera su whisky más caro, se fue dando un portazo, dejándome en el suelo violentada, y llorando.
Al día siguiente regresó con flores en mano, pidiéndome perdón, y comencé a recordar, la belleza de su interior, como me enamoró no era un mal hombre, admitía sus errores, me prometió que no volvería a pasar, y lo creí, sin dudar le perdoné.
Pero a los pocos días, nuevamente volvió a pasar, llegó bebido, por llevar un poco de escote, y falda no más corta de la rodilla, me volvió a violentar, con más fuerza, a la mañana siguiente, me volvió a traer flores y chocolates, me volvió a pedir perdón, le volví a perdonar.
Aquello no era desconocido para mí, es lo que había visto toda la vida, y me había casado con otro igual, pero por un lado tenía la esperanza de hacerle cambiar, pero por otro, sabía en mi corazón que nada sería suficiente, era un hombre violento, como mi padre, mi abuelo, demás antepasados, pero también sabía que mi marido me amaba, yo a él, podía hacer volver ese hombre que enamoró mi corazón. A la misma, empecé a entender, aquello desde niña, no me entraba a la cabeza por qué mi madre, mi abuela, mi bisabuela, siguieron por con sus violentos esposos, sí, por amor, porque confiaban en la parte caballerosa que había en sus hombres.
Me embaracé, no lo lamenté, al contrario, estaba convencida que eso devolvería a mi príncipe, pero me equivoqué, ni siquiera recibió con alegría la noticia, más de una hora, violentándome, me partió el labio, el cuerpo lleno de morados, y asesino a nuestro bebé. Ahí entendí que nada cambiaría, si yo no hacía la diferencia, empecé por hablar con una amiga, juntas fuimos a la policía, me creyeron, lo detuvieron, ya al fin todo había terminado, no como yo había imaginado, pero si había cambiado la historia, no me merecía ser violentada, solo por existir, de esta forma, empecé ayudar a otras mujeres, que no creían tener el valor suficiente.
Sí soy una mujer del siglo XXI, pero en este siglo la violencia machista aún está demasiado presente, si todas las víctimas, somos conscientes, que no somos culpables, si somos conscientes, que nada va cambiar por mucho que esperemos, que quien violenta una vez, lo hará dos y tres, muchas más, si no das el paso de dejarlo, cuando estas a tiempo, acabarás bajo tierra.
Escrito: 25 de mayo del 2016
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