John allí se encontraba en ese
centro de acogida, la muerte de su abuelo, había sido un golpe demasiado duro,
desde pequeño, solo había sufrido pérdidas, pero acababa de perder a lo único
que le quedaba, eso, que solo tenía nueve años, apenas iniciaba a tener
memoria, sus padres murieron en un accidente de tráfico, ahora cinco años más
tarde, perdió al único miembro de la familia que le quedaba, su abuelo, dejándole,
huérfano, solo, sin padres, sin tíos, sin más abuelos, solo, y en aquella casa
de acogida, donde acabaría de pasar su infancia, adolescencia y juventud, hasta
que hiciera, su mayoría de edad.
Las mujeres de aquel desconocido
lugar, se les veían simpáticas, a diferencia de los demás niños, se sentía
totalmente observado por ellos, que todos le miraban y hablaban mal de él. Lo
que más le gustaba era el patio, había mucho lugar para jugar, mucha zona
verde, con muchos árboles, le encantaban los árboles, uno en particular, era
gigante e inmenso, le ayudaba a esconderse, a protegerse, de los demás niños,
cuando se metían con él.
Desde que él recordaba siembre
había amado a los árboles, entendía el porqué, de los pocos recuerdos que tenía
de su padre, recordaba esa casa del árbol que hicieron juntos, cuatro o cinco
años tenía, justo antes del accidente, que le dejó huérfano de padre y madre. Fue
él su padre quien le enseñó a subir a los árboles y esconderse de los
depredadores.
Ese gran árbol, tan alto y fuerte
como su padre, su corteza era tan ancha, que afirmaba una vez más, la fortaleza
de esa planta es como si su padre estuviera allí, cuidándole y protegiéndole de
los abusones. Algo curioso le parecía, ya, que todos estaban como él en aquel
lugar, todos formaban parte de la misma familia, sin a nadie más a quien
recurrir. En vez de hacer piña y unión, atacaban al más nuevo. Es algo que él a
su corta edad, no entendía.
Desde la llegada al lugar, cada
noche, no dejaba de soñar en aquel inmenso árbol, como él se escondía, tras la
fortaleza de ese tronco, entonces, las raíces salían de la tierra, le protegía
de esos abusones, después con sus raíces delanteras, lo cogían de la cintura,
lo alzaban a las ramas más altas, juntos paseaban por la ciudad, él se sentía
bien orgulloso y valiente, como si su padre siguiera a su lado. Cada noche el
mismo sueño, la felicidad al completo, el despertar, la decepción de la
realidad.
Aquella mañana al abrir los ojos,
ante la decepción del despertar, se empezó a preparar, le pareció ver algo
irreal, pero era imposible, no era posible haber visto, a su amigo el árbol,
mirándole desde la ventana, obviamente, al volver a mirar ahí estaba la planta
anclada a sus raíces, pero cuando salió al patio, cuando sus acosadores, ya le
echaron el ojo encima para violentarle, él inició a correr, para su sorpresa,
el árbol adelantó aquellos niños rebeldes, los levantó dos palmos del suelo les
lanzó a dos metros de distancia. Su mayor deseo se había hecho realidad, como
aquel muñeco de nieve que cobró vida en aquella película, él también tenía a su
padre a su lado, en forma de árbol, ya jamás lo maltratarían, ya no tenía miedo
al despertar, ya no hacía falta soñar más…
Escrito: 13 de junio del 2021
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