Noviembre 2010: Universidad U.N.A.M. |
Esa mañana nos levantemos, con la idea de ir a la universidad, para allá Emmanuel, mirar sus asuntos pendientes, desde que le secuestré en España. Tuvimos la sorpresa que Daniel, se encontraba desayunando "no, no e ido a la universidad, prefiero estar con ustedes, que son poquitos dias que estarán ya después recuperaré" al saber que nosotros iríamos, él decidió acompañarnos, así miraría sus asuntos escolares.
Tras de prepararnos, Daniel, fue a por el taxi, subiéndonos en él, dirigiéndonos a la ciudad universitaria. Como siempre, el tráfico era criminal, yo aprovachaba para descansar, de mientras llegábamos. Me fijé que por la calle, estaba repleto de tiendecitas, de comida rápida, es tanto el jaleo, los habitantes, las prisas, y el poco tiempo, que la gente, hace su comida por el camino, mientras conduce o dentro del taxi, a la espera de ser llegado al lugar indicado.
Ciudad universitaria |
El cielo estaba nublado, sin ninguna intención de recibir la visita del sol, para que calentara ese frío que abrasaba. Emmanuel hablaba con su hermano entusiasmado de volver a ver su universidad, aquella que dejó de lado, dejó de ir por mi. Justo al lado había una de esas tiendecitas de comida. Entremos dentro de la universidad, por la rampa adaptada, aquello era enorme, repleto, de chicos y chicas, que estudiaban allá, de un lado a otro, por esos largos pasillos. Llamemos al ascensor, tardaba lo suyo, a causa de las cantidades de pisos que había. Me fijé que dentro de él, había un chico con discapacidad física, andaba por si mismo, pero con esfuerzo, su mano también la tenía afectada. La gente no dudaba, en ayudarle, le aguantaron, las puertas, para que no se le cerrará. Salimos en una de las plantas más altas, entremos en una de las bibliotecas, todo era silencio, con bastantes estudiantes haciendo su tarea, yo me instale en un ordenador, para chatear con mi familia (ya estaba bien gastar tanto teléfono a la family de Emmanuel) como la había llamado antes por la cabina de la universidad, allí se encontraba mi madre y hermana, para llenarme de preguntas. Emmanuel estaba en otra computadora, mirando lo de su tarea, al mismo tiempo chateando. Me fijé, que una chica que no le conocía de nada que andaba algo perdida, le preguntó, ambos no tardaron en hablar alegremente, algo que no se ve, en España, ya, que aquí, si necesitas algo y no conoces, preguntas, recibes la respuesta, y ya, cada uno a su cosa, pero menos enteblaran una conversación. Daniel se había separado, había ido por su lado, a resolver sus asuntos, nosotros fuimos a por él.... Por más que busquemos, por mas que nos recorrimos, varias veces, algunas partes de la universidad, no encontrábamos a Daniel. Yo observé las adaptaciones que habían, para fisicos, visuales, estaba mucho mejor de lo que imaginaba, claro que tanta adaptación, nos faltaba lo principal, el ascensor de la facultad. No pude evitar salir de mi asombro, al contemplar, que sin decir palabra, los chicos y chicas, se ofrecian para ayudarnos para subir por la escalera. Tres o cuatro veces, subimos y bajemos, sin encontrar al buscado, Daniel. Pude contemplar que había varias bibliotecas, en la universidad de la UNAM, ¡todas ellas inmensas! ¡también observé una persona con discapacidad visual! allá estudiando con su ordenador adaptado, el encargado de la biblioteca, ayudando en lo que necesitaba.
Había mucha gente, pero Daniel ni rastro, por más que buscábamos, no lo encontrábamos. Emmanuel me dejó en la cafetería haciendo el tentepié de tanto él, se dió una vuelta, a ver si veía a su hermano. No tardó en regresar, pero sin rastro de Daniel. Telefoneó a su casa, ya que Emmanuel, tenía el móvil de su mamà y sin batería, claro de memoria no se sabía, pero aparte también llevaba encima, el móbil de Daniel. En su casa nadie sabía nada, pero informarían al interesado si se comunicaba. Nosotros decidimos dejar ya la universidad, subiéndonos en un taxi, asta un nuevo lugar. La lluvia empezó a caer. Cuando bajemos del vehículo, caía con fuerza. Recuerdo, que una mujer, detuvo el taxi, me ayudo, lo sorprendente, es que de ahí salieron 4 hombres mas, unos me agarraban por los brazos, otros por las piernas, para sentarme en mi silla. Entre unos y otros, dejaron a Emmanuel, como el inexperto, ellos ya se encargaron de todo.
La lluvia caía fuerte, acabemos en Plaza loreto, allí, entremos en una cafetería, a comer unos sándwich y unos cafés, de mientras observábamos como el agua caía con fuerza. Nosotros la verdad acabemos empapados. Cuando el agua se alejó, salimos al exterior, al observar todas las tiendecitas de alrededor, al igual que las esculturas, en el que no tardemos en fotografiar (para que los de españa se informaran que méxico es como aquí, ya sabéis los mismos profuctos, los mismos centros...) Nos pasemos gran tiempo así, antes de subir al taxi, para llegar a casa con la esperanza, de que Daniel estuviera ya.
Plaza Loreto |
La decepción nos invadió al comprobar, que no, que aun no había llegado, ni telefoneado ni nada, su madre y abita, tambien se encontraban preocupadas, no era normal de Daniel, esas horas y sin llegar, ni telefonear, algo raro pasaba, la preocupación nos abrasaba. Como distracción, y no pensar, en la gran preocupación, observemos las fotos registradas. El teléfono sonó ¡al fin Daniel! ahora si que respiremos aliviados.
Despues de cenar, Emmanuel y yo, nos encerremos en nuestra habitación, Daniel, no tardó en llamar a la puerta, yo le pregunté sintiéndome culpable, por habernos ido, antes que él llegará, que que le había pasado, él me dijo, que había estado entretenido, viendo lo de su tarea, aparté ¡se durmió! cuando despertó ya era tarde. entró con nosotros a ver la televisión con nosotros, antena 3 (canal español) física o química. Le presentemos el juego de parchis, en el que hicimos una partida. Yo la verdad, me sorprendí de mi misma, jamás había tenido tanta confianza, con alguien que solo había chateado, y acababa de conocer, yo era sincera, me salia las cosas tal y como me venían. Personalmente fue un rato, entretenido y muy divertido, algo mágico que quería que no se acabara.
Escrito: 03 de septiembre del 2013
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