31 de octubre del 2010: Volando hacía ciudad de México |
No era la primera vez que subía a un avión, pero sí a un viaje tan largo, estaba acojonada, ni idea de como iba a pasar el tiempo, ni como me iba afectar. El personal de Barcelona a París, fueron muy amables, y nos ayudaron sin ningún tipo de problema. Fueron solo dos horas de vuelo, me los pasé mirando por la ventana, el como ganábamos altura, el como dejábamos la tierra atrás, el como, de tierra, pasemos a ver agua, y de agua, nubes. Sinceramente, el despegue da un poco de impacto, notas como el avión se inclina, y empieza a elevarse. Las azafatas y sus masculinos, pasan a casa momento, por si necesitamos algo, el problema es que se comunican en francés, para entendernos, es un gran problema. A pesar de ser 120 minutos de vuelo, si que nos repartieron un mini sandwich de queso desecho, personalmente, me tomé una mini coca-cola, aunque beber con turbulencias, no es buena idea, te tambaleas demasiado, después pasa lo que pasa, que te empapas la ropa... lo sabre yo...
A las dos horas aterrizábamos en París, debíamos ir con rapidez, porque el otro vuelo de tierra francesa a México, despegaba en poco. Emmanuel y yo salimos de los primeros (yo en brazos de él) pero si llegamos a saber lo que nos teníamos que esperar después, no hubiésemos ido con tanta prisa.... Teníamos un chico encargado, que nos guiaba por la discapacidad, ya sabéis personal especializado, hablaba por teléfono, dirigía mi silla al mismo tiempo, claro que no nos enterábamos de nada, por el francés que pronunciaba. Iba con rapidez, pero aun y así acabemos en la calle, esperando un vehículo que no aparecía nunca. Emmanuel y yo estábamos de los nervios, ya que se acercaba la hora de embarque y nosotros allí... Intentábamos comunicarnos en ingles, pero ellos, nos "respondían" en español "lo poco que les salían" "no preocupar, el avión sale a las 4" nos indicaban entre gestos, pero la verdad es que nosotros nos veíamos en París, sin derecho a pillar el vuelo a América. Hacía frío en el exterior, no deslumbraba el sol que sobresalía, yo con poco abrigo, no pensé que bajasen tanto las temperaturas, en ese final de Octubre. Nuestro guía se puso nervioso, se le veía inquieto, iba de un lado para otro "algo va mal" nos dijimos. Se unieron a nosotros una pareja mayor, él iba en silla, como nosotros esperaban ese vehículo con tardanza. Sin aviso apareció, no tardemos en subirnos, al mismo tiempo en bajarnos (si llegábamos a saber que el trayecto era tan y tan corto, nos vamos a pie) Una vez llegados a la terminal, la carrera no fue pequeña, por un momento lleguemos a imaginar, que el avión ya había despegado.
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Me cambiaron de silla, sí, para poder entrar en el avión, que vergüenza, todos los pasajeros ya se hallaban en sus asientos, yo era una de las últimas en entrar, como era de esperar la mayoría de las miradas eran para mi, por suerte todo cambió cuando me sentaron en mi asiento, pegando a la ventanilla. Ahí me di cuenta, que los aviones tardan mucho en despegar, dando vueltas por la pista. Al fin volvíamos a estar en el aire, dejando tierra francesa atrás, dando la bienvenida a 12 horas de vuelo.
No imaginé que hiciera tanto frío en el avión, me llevé demasiada poca ropa, al cabo de unas horas, ya empezaba a estar congelada. Es bastante incomodo dormir en ese vehículo, aunque te dan cojines, mantas, tapa ojos, tapones para los oídos, es muy complicado dormirte y descansar (al menos para mi) por mas que lo intentaba no lo conseguía, sería por la incomodidad de estar sentada, el echo que personas podían observarme. El personal pasaba a menudo, por si necesitábamos algo... ¿como pasaba las horas? cada asiento tenía una televisión, con películas (entre otras: Crepusculo 3, Karate Kid) música, marcando el trayecto que hacíamos: Canal de la Mancha, Inglaterra, Irlandia, Canada, Costa E.U.A... como yo indiqué a Emmanuel "he recorrido más que en toda mi vida, sin moverme de un asiento" Nos trajeron la cena, pero la verdad la comida francesa no es mi para mi. Sin saber porque estaba congelada, estaba claro que no iba lo suficiente abrigada para un viaje tan largo ¿pero yo que iba a saber que haría tantísimo frío en un avión? creí que abría calefacción, no ese frío que habitaba en el ambiente. Las horas pasaban, yo no conseguía descansar. Miraba a mi alrededor, que envidia, todos descansaban menos, yo, eso que me moría de cansancio, incluso Emmanuel, logró dormir, pero antes, se dedicó avanzar en su tarea.
Poco a poco las horas fueron pasando, se acercaba la hora de aterrizar, se acercaba la hora de llegar a México, conocer a la familia de Emmanuel, a la familia que pasó a ser parte de la mía, con la Boda que nos unió a Emmanuel y a mi. Un país nuevo, una oportunidad nueva. Ya estábamos a punto de aterrizar....
Escrito: 02 de septiembre del 2013
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