Al llegar el cáncer, lo maldije, lo maldije, con todas mis fuerzas, pero no me di por vencida, luché, luché lo más que pude, por un momento estaba convencida que ganaba la batalla, pero su empujón fue mucho mayor, ya no había nada que hacer el destino estaba firmado con 17 años, en menos de año y medio habría dejado este mundo.
Lloré, lloré y lloré, solo podía llorar, no tenía fuerzas para más me encerré en mi hogar, sin querer salir, sin querer ver a nadie. El apetito, me había dejado de lado, las pesadillas eran protagonistas. Realmente hice sufrir mucho, a mis padres, me estaba dejando morir, antes de que la muerte me visitara.
Mis padres tampoco se dieron por vencidos, y sin que yo supiera, me inscribieron en unas terapias en grupo, de chic@s jóvenes como yo, que la muerte les pisaba los talones. ¿Qué exponerles que no supieran? Pero mi madre me suplicó tanto que lo probará, que pensé “¿Qué puedo perder?” El trato era un mes y ya, después podía dejar esa falsa.
Primer día, me sentía con una tremenda timidez, sentada en esa silla que formaba parte de esa figura ovalada. Todos tenían su turno para hablar, pero yo pasé de largo, le tocó el turno a un chico, bien destacable, no solo por su físico, bien guapetón, sino por la seguridad y la confianza que mostraba, no parecía que iba a morir en poco tiempo, al igual que yo, al igual que todos los presentes en esa sala.
Estábamos en el descanso, me encontraba sola, cuando se sentó a mi lado, se encendió un cigarrillo me saludó, yo seguí a lo mío, después de un tímido hola “me llamó Dave” me informó ofreciéndome su mano para estrecharla “Lilian” Le estreché la mía. No sé qué pasó exactamente, pero a partir de ahí nos hicimos inseparables, me hacía reír, le interesaba por mi persona, no por mi enfermedad, me hacía olvidarme de esta, me hacía recordar que estaba viva, que tenía 17 años, no podía estar lamentándome todo el tiempo, él no lo hacía, él vivía.
Yo no sé si por la enfermedad que me encadenó estar desde pequeña mas en el hospital que en casa, eso y la sobreprotección de mis padres, nunca cometí las típicas locuras de la adolescencia, pero ajuntarme con Dave, me vi envuelta en un curso acelerado, no solo eso, es que inconscientemente me fui enamorando de ese individuo, que me impulsó a saltarme las reglas… ¡Yo enamorada! Si estaba condenada a morir… igual que él, pero no podía pensar en eso, por ello mismo, debía aprovechar cada segundo, sin importar nada más.
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