Jamás pensé tener un ave como mascota, aun menos una paloma, tal como tú eras, realmente le tienes que agradecer aquel que era tu amito, te encontremos en el suelo tirada, habías caído de tu árbol, tu alita se había roto, aquel que fue tu amito, no dudó en recogerte, para curarte, salvar tu vida, o al menos intentarlo, porque estabas muy mal herida, dudábamos, que pasarás de la primera noche, pero no nos rendimos, e intentemos por todos los medios ponerte a salvo, con gran éxito.
¡Habías sobrevivido!, tu alita, acabo cicatrizando, pero ya no podías volar, Aunque ya con una discapacidad al igual que tu amita, pero a ti no te importaba, feliz estabas, sin extrañar, lo que te faltaba. Te pusimos, una cajita, como símbolo de tu rincón, tu refugio, tu bien entendías, cuando te decía “a tu casita” corriendo te metías.
Nos sabía mal tenerte siempre encerrada en casa, necesitas la vitamina del sol, por ello, con tu cajita, te sacábamos, te soltábamos para que corrieras en un parque cercano, lo que no imaginábamos la cantidad de enemigos que iban a por ti, a lastimarte, ya fueran los niños, o las gaviotas, que estaban al acecho para atraparte y zamparte. Eras como un niños teníamos que tener mil ojos, y también por ti, que eras muy traviesa, ya después no querías volver a tu cajita, lo que tenía que correr tu papá por atraparte, por ello decidimos que ya en las salidas, te pondríamos un cordón en tu patita para así detenerte fácilmente. En una ocasiones, te encontraste con un espejo delante de ti, te pusiste tan feliz, de la misma forma que cuando te poníamos de comer, estabas cantando al mismo tiempo que transmitiendo una especie de baile, que por lo que descubrí después es un estilo de cortejo, ¡estabas convencid@ (Nunca supimos si fuiste macho o hembra) que tu reflejo, era otro ser vivo! Ya decidimos ponerte en tu guarida, un pequeño espejo.
Con la llegada de tu hermana perruna, te tuvo que dar esa fuerte infección, porque tu, quisiste marcar terreno, te comías toda su comida, cosa que perjudicaba tu salud, asta al punto, que tu corazón, no aguantó más, por estas fechas ya ará tres años de tu muerte, Cuando tu papá llegó a buscarme al trabajo diciéndome “Tengo que decirte algo” Lo supe al segundo, ya que tenías fuertes diarreas, al marcharme esa tarde. Bichito, no te mentiré, nos dolió tu perdida, realmente eras parte de nuestra familia, eras como nuestro hij@.
Tres años de tu partida, no te olvidamos, ni lo haremos, me alegra tanto, de saber que te dimos unos años más de vida. No lo puedo asegurar, pero yo diría que sí, fuiste feliz, sin darle importancia a tu discapacidad, radiabas felicidad. Realmente fuiste un ejemplo para muchos, que como tú, como yo, tienen discapacidad.
Sabes quizás son imaginaciones mías, que las demás aves de tu especie, tengo la impresión, no temen a la silla de ruedas, a veces tengo que ir tras ellas, con pausa, a su ritmo, porque no alzan el vuelo, siguen con calma, cada vez que veo una, me acuerdo de ti, mi bichito. Tu recuerdo sigue vivo en mí, en tu papá también, estás en nuestro corazón, ahora y siempre, cuidate bichito, estés donde estés, un abrazo fuerte.
Escrito: 22 de septiembre del 2015
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