No entiendo bien que ha pasado, ayer estaba celebrando mis cinco añitos, soplando velas en mi tarta de trufa y nata, junto a mis papis, mis hermanos, y mi abuelita, si, en esa cama de hospital, que es mi hogar, por culpa de un bicho malo que se me metió en el cuerpo, los adultos lo llaman cáncer, creo, hoy desperté, en otro lugar lleno de nubecitas. No entiendo, donde estoy, no entiendo lo que ha pasado, ¿dónde están mis papis? ¿y mis hermanos? ¿Y mi abuelita? ¿las enfermeras? ¿Los demás niños enfermos como yo? Esto es muy extraño… Tengo mi camisón de hospital, pero no estoy en mi cama, no estoy rodeada de esas paredes blancas.
Veo un hombre se me acerca, no lo conozco, pero dice que es mi abuelo el papá de mi papá, que vive en el cielo desde que yo era muy pequeña ¿Tengo que confiar en él? Yo no lo sé, siempre me dicen que no vaya con desconocidos, para mí, él lo es “Ven pequeña, dame tu mano” ¿Qué hacer? Yo no lo sé. Veo a un perro que viene a mí a todo correr, sí lo conozco, es Esparky, también se fue al cielo hace unos meses, me lo dijeron papá y mama, porque yo estaba en el hospital, no pude decirle adiós, recuerdo que lloré mucho, corro a él, él corre a mí, nos damos un fuerte abrazo, el me llena de lametones, que me hace reír a carcajada. Mi cuerpo puede correr y saltar, ya no me duele nada ¿Se habrá ido el bicho? ¿Habremos ganado?
Miro a ese hombre que dice ser mi abuelito, siii me vienen imágenes de ver alguna foto de él, decir que es él. Me confío le doy la mano, juntos caminamos por ese espacio azulado, rodeado de nubes. Esparky nos acompaña entre saltitos, moviendo su cola, desesperadamente:
- ¿Abuelo, dónde estamos? ¿Cuándo volveré a casa?
- Esta es tu casa ahora -me contesta muy seriamente.
- Papá y mamá ¿Cuándo vendrán?
- Espero que tarden mucho tiempo -me quedé muy sorprendida mirando a mi abuelo, triste al mismo tiempo -¿por qué dices eso abuelo?
- Porque la vida es hermosa, aun a ellos le quedan vida para rato, lo lamento pequeña, que la tuya haya sido tan corta, de mal vivir, entre hospitales.
- ¿No los volveré a ver nunca más? -se me cortaba la voz, las lágrimas asomaban.
- Algún día los volverás a ver, te lo prometo, mientras tanto, yo te cuidaré.
- Entonces… -me quedé pensando - ¿ya no seré mayor? ¿ya no podré ser bailarina?
- Lo siento mi niña, ya serás una niña eterna… pero puedes ser, bailarina, yo te ayudaré.
- Gracias abuelo. -entonces la vi, una luz resplandeciente, brillante, muy bonita, de la mano de mi abuelo, con la compañía de Esparki, fuimos hacia esa luz brillante, mi nuevo hogar para toda la eternidad.
Escrito: 10 de enero del 2017
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