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viernes, 8 de enero de 2021

Relato de Navidad: Nicolas

 


Nevaba, hacía décadas que no lo hacía, en aquella zona de Sant francisco, menos un 23 de diciembre la gente se asombró agraciad amente, al notar los copos blancos cayendo del cielo, algo asombroso era, “Milagro de navidad” se escuchaba por la ciudad. Un aullido se escuchaba a lo lejos, a la misma, el llanto de un recién nacido.

El padre Jonás, salió al exterior a contemplar el paisaje de postal, que pocas oportunidades había de ver, cual fue su sorpresa, al encontrarse, una cesta en la puerta, se agacho a ver, teniendo de frente, a un bebé, el llanto era destacable, asta que le miró a los ojos, esos ojos azules, el recién nacido, detuvo su llanto, al instante, y marcó una leve sonrisa. “ Ho pequeño ¿Qué haces aquí?” en el cesto había una nota con una sola palabra “Nicolas” “¿Nicolas? ¿Es ese tu nombre?” Y sin más palabras, cogió el cesto, con el bebé dentro, lo metió en la iglesia, cerrando la puerta de esta.

Los días, semanas, meses, años iban pasando y Nicolas iba creciendo en aquella casa de acogida, donde habían mas niños como él, sin el calor de un hogar, de una familia. Diariamente, algún niño abandonaba el lugar, para irse con su nueva familia, deseosos de dar amor, a este que tanto lo necesitaba. Nicolas, no fue excepción, algún matrimonio, se había fijado en él, querían que formara parte de su familia, pero el pequeño se negaba decía “qué él debería quedarse y ayudar a encontrar la felicidad a otros niños en su misma situación” ya esos padres en otro niño, se fijaban, a otro hogar marchaban, mientras otros niños llegaban. El pelo negro noche de Nicolas, resalta con sus ojos claros como el mar y su piel totalmente clara. Era un niño que no llegaba a los nueve años, pero era totalmente desinteresado, pensaba antes en los demás, que en él mismo. Animal que encontraba herido, al hospicio se lo llevaba, intentando por todas, curarle, las Hermanas del lugar no sabían como animarle, cuando el animal no sobrevivía. El pequeño pillaba un desconsuelo imposible de consolar.

- Nicolas ¡¿Dónde vas?! -Le gritó Sebastian, observando como su amigo corría hacía el bosque. Sebastian era el mejor amigo de Nicolas, habían crecido juntos, aunque Thomás era dos años mayor que él, y consideraba a Nicolas como su hermano pequeño, lo mismo con Sebastian, Nicolas -¡Sabes que no podemos ir solos al bosque!

- ¡Hay un amigo que necesita mi ayuda! -exclamó sin detenerse.

- ¡Oh rayos! -Reaccionó, ya que era costumbre, en meterse en líos por ayudar a los mas indefensos, pero no tardó en correr tras de él -¿A donde vamos? -preguntó, sin dejar de correr tras de su amigo. Nicolas se detuvo, escuchando el silencio, excepción del viento.

- Es por aquí -no bajaba el ritmo Nicolas. Llegaron a una llanura, donde Sebastian quedó fascinado, al ver una familia de renos, no se asustaban, más bien, les daban la bienvenida -él es thomás, mi amigo, no tengáis miedo, ¿Qué ha pasado? ¿Donde está Rudolph? ¿Está bien? Los renos se abrieron paso, dejando a la vista, un cachorro de reno, con su pata mal herida -¡oh no! -el animal empezó hablar en su idioma -oh si, entiendo, que mal....

- ¿Qué pasa? -preguntó Thomás intrigado.
- Ha caído en una trampa para ciervos, que pusieron los humanos, ¿oh no, como pueden hacer algo así? -se apenó Nicolas

- ¿Como sabes tu eso? -se extraño Sebastian.
- Me lo han dicho ellos, ¿No lo has escuchado?
- No entiendo su idioma.... ¿tú sí?
- Sí, claro pensaba como todos.... -el graznido del reno, le hizo volver en si, hay que ayudarle.... Tenemos que ir a buscar el maletín de primeros auxilios, Sebastian tienes que ir tú, yo tengo que quedarme con Rudolph, sino se puede poner nervioso y empeorar.
- ¡¿Yo?! ¡No se llegar solo a la casa! ¡menos volver acá! -se exaltó Sebastian, dando un paso atrás. Nicolás no dijo nada, solo dio un gran silbido, y de detrás de cada arbol y aveto salió una criaturita, que Sebastian identificada como los elfos de los cuentos, uno de ellos, se acercó a pequeños pasos pero decidido a nicolás, le dijo algo en un idioma extraño a su mejor amigo, lo más sorprendente de todo, es que Nicolas le respondió en ese mismo idioma desconocido.
- Hino te guiará, asta la casa, después acá -fue la respuesta de Nicolas. El pequeño duende se acercó a Sebastian, ofreciéndole su mano, este se la dio, ambos empezaron a tele transportarse. -Tranquilo Rudolph, aguanta, no tardarán mucho -le acariciaba el lomo al reno. A la vez, todos los animalillos de los alrededores, y elfos, se acercaban a los protagonistas del lugar.

No tardaron ni quince minutos en volver al mismo lugar:

- ¿Qué ha pasado? ¿donde estamos? -no salía de su propia pleplijidad Sebastian.
- Muchas gracias Sebastian, El maletín por favor, ha rudolph le duele mucho.
- Ah si, toma -le dio Sebastian -¡a sí! ¡Ya se, estoy soñando, todo esto es obra de mi imaginación, claro ahora tiene sentido -se convenció sonriente. Nicolas miró a los renos y los elfos, decidieron que siguiera pensando eso.



Aquella noche, los dos amigos estaban a oscuras en su cuartos, dos camas individuales pequeñas, separadas por una mesita de noche, que contenía una pequeña vela, el libro de “Mobi dick”

- Nicolas ¿estás despierto? -preguntó Sebastian, que se sentía ansioso, y sus ojos abierto como platos.
- Sí, que pasa... ¿No puedes dormir?
- No, es que lo he vivido hoy.... sé que ha sido un sueño, no puede ser otra cosa, pero ha sido tan y tan real, ha sido fascinante. Como podías saber, ¿lo de aquel reno herido?
- Por los abetos, ellos se comunican a través del viento....
- Oh es increible que mi subconsciente sepa eso....

Cada navidad la casa de acogida ayudaba de alguna forma a la ciudad. Ese año, tocaba ir a los comedores sociales que atendían a los menos favorecidos, niños, adultos, adultos mayores. Nicolas, no podía con tanta tristeza, él era muy sensible ante todo eso, y notaba que su alma, literalmente se partía en dos, lágrimas brotaban por sus mejillas.

- Nicolas, ¿que te ocurre criatura? -se preocupo una de las Hermanas viendo al pequeño entre lágrimas.
- Hermana Margaret, es muy triste, de verdad no podemos ¿ayudar a todas estas personas?
- Ya lo estamos haciendo, estamos ayudando a todas estas personas necesitadas.
- No, pero eso, es solo hoy, ellos necesitan de nuestra ayuda siempre -se indigno Nicolas.
- Oh mi Nico, siempre tan genoroso, realmente tienes un corazón que no te cabe en el pecho, siempre lo he pensado, eres especial mi Nicolas, ya cuando apareciste esa noche en la puerta de la iglesia, fue una noche mágica, nevó después de décadas sin hacerlo, siempre que estás cerca, pasan cosas maravillosas. Tú darás esperanza al mundo -le beso en la mejilla la Hermana.

Sebastian dormía, cuando un ruido le despertó. Descubrió a Nicolas vestido, con una mochila en su espalda caminando sigilosamente hacía la ventana.

- Nicolas, ¿Qué haces? -preguntó medio adormilado.
- Nada, no te preocupes, tu vuelve a dormir -le respondió Nicolas.
- ¿Como que nada? ¡Estas vestido, llevas tu mochila de viaje! -se levanto de la cama de un salto -¡¿A donde vas a las dos de la mañana?!
- Tranquilo, voy a ir al comedor social, voy a llevar mis juguetes a los niños, y comida para los demás.
- ¡¿Como?! ¡¿Tu solo?! ¡¿Estas loco o que?!
- No me pasara nada, Hino me acompañará -se disponia a marcharse.
- ¿Hino? ¡¿entonces realmente no fue un sueño? -se sorprendió Sebastian, viendo como su amigo ya marchaba -espera, no me vas a dejar aquí sufriendo, voy contigo -inicio a prepararse.

Eran cerca las dos y media, cuando los dos niños, salían de la casa de acogida, de puntillas, sin hacer ruido, ni encender alguna luz. El frío penetraba asta los huesos, algo desorientados, pero no perdidos, avanzaban con paso decidido, con Hino como guía, unos cuantos mas duendes del bosque, cada uno de ellos llevaban una mini mochila en su espalda. Las luces de las farolas, les dio la bienvenida, sigilosamente, se asomaron por la ventana. Todo estaba en silencio, a oscuras...



- ¡¿Oh dios, que hacen?! -se sorprendió Sebastian -siendo testigo como una multitud no pequeña de elfos, entraban sin esfuerzo alguno, por las rendijas de las ventanas. Sus ojos se abrieron como platos al descubrir la agilidad y rapidez de esos pequeños seres. Como de una mochila tan diminuta salía asta lo mas grande y pesado.
- ¿Como si no vamos ha dejarles todo? Ven Vamos ayudarlos -abrió su mochila Nicolas sacando juguetes, mantas, ropa, y comida, bajo el árbol navideño, que había en la entrada. Sebastian no puso resistencia, con gusto colaboro en ese grandísimo y mágico gesto.

- ¡Milagro, milagro! ¡Niños es un milagro! -gritaron las monjas del convento, mientras ponían el desayuno sobre la mesa, los niños sentados alrededor de esta -Cristo se ha manifestado, en el hospicio de los pobres, avido un milagro, comida, ropas, regalos... la navidad a llegado, ¡incluso un árbol! -Sebastian se atragantó con su cuenco de leche. Nicolas le guiño un ojo, marcando una sonrisa.



A Nicolas algo estaba pasando, que a nadie estaba contando, es que su corazón estaba fallando, nadie estaba enterado, ni siquiera Sebastian, su mejor amigo, mas que amigo, hermano. Pero Nicolas debía llevar eso solo, tenía una misión, en ese planeta, aunque estuviera poco en ella, pero estaba logrando su cometido, ayudar a los menos favorecidos, menos favorecidos que él, nacidos en la pobreza, abandonados por sus familias.

Escrito: 16 de enero del 2019

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