Despues de desayunar, salimos al exterior, hacía un buen día, radiaba el sol. Allí me salí, con mi silla de ruedas, delante de la puerta, cuando menos me lo esperé, Lidia estaba a mi lado, con un albúm de fotografías en mano. Pudé contemplar a todos los hermanos, Muñiz Alejandro, de bebes, niños y adolescentes ¡Emmanuel estaba bien gordito de bebe!
Emmanuel desapareció junto a sus hermanos, hacer los quehaceres correspondientes. El sol pegaba con fuerza, así que me trasladé a la sombra, escuchando a Lidia y Jaime, del como me exponían datos de México. No se como fue, pero acabé en soledad, sin mas compañía que los dos perros, y el pato que tenían como mascota. Aproveche para fotografiarles. En ese día, marcharíamos a la zona comunitaria a comer, sí, haríamos una barbacoa tal como se dice en España.
Cuando tuvieron todo listo, llegaron a por mi, en el que marchemos todos juntos al lugar indicado. Situemos la manta, en un lugar distinto de esa zona comunitaria, de la otra vez, allí había más sombra, donde preparemos la manta para sentarnos sobre ella. En principio solo estábamos Emmanuel y yo, después, nos acompañaron Estephano y Daniel, dejando a sus padres, en ese rincón en soledad, para que hablaran de sus cosas. A medida, que la carne se iba haciendo, nos la iban pasando, en el que hacíamos bocadillos con esta, nos la comíamos a trozos.
Tras de comer, los tres hermanos se pusieron hablar alegremente, yo me alejé un poco, para que así hablaran con más libertad. Me acerqué a Lidia, que allí se encontraba en soledad, juntas, iniciemos hablar. Al rato, los chicos, se pusieron en pie, Emmanuel, me subió a su espalda, fuimos a reconocer ese lugar, nos acerquemos a una piscina llena de agua, pero esta de hojas. Los cuatro mas jovenes, nos alejemos de los más adultos, nos sentemos en la sombra de un árbol. Yo me mordisqué, de tanto mi marido, los otros dos, seguían con sus charlas, sobre el corte de cabello de Estephano, que le urgía hacerse. Yo llevaba puesta la chaqueta de Emmanuel, y me apoderé también de sus gafas, personalmente, me encontré parecido, con Lisbeth Salander de los hombres que no amaban a las mujeres.
No tardemos mucho mas, en encaminarnos a la casa, los 6, mas, Sant Felipe, que nos adelantaba. Al llegar, Emmanuel y yo, fuimos a nuestra habitación, yo quería probar el karaoke, que el día antes los 3 hermanos andaban cantando, pero me daba vergüenza, que Daniel y Estephano me escucharan, así, que aprovechemos que andábamos en soledad, para ir practicando, personalmente, las pocas que habían en mi idioma. Al rato invitemos a mis cuñados a participar, que se negaron, imaginando que yo no cantaría, al ver que si me animé, ellos también lo hicieron. Canté canciones como... ¿a quien le importa? -Alaska, No te pido flores -fanny Lu, baila mi corazón -Belanova, ahora es demasiado tarde -el sueño de morfeo... Me sorprendí a mi misma, de lo bien que lo hacía, cuando eso pasaba, la voz del cantante desaparecía dejando tu voz.
Estuvimos largo rato cantando, asta que mis cuerdas vocales anunciaron que ya estaba, pero recuerdo bien, mis pensamientos en ese tiempo de canto, era que me lo estaba pasando de lo mejor, sabía que al día siguiente, ya volveríamos a distrito, después en poco, volveríamos a España, esos momentos, ya no estarían, por mi mente pasó, la pregunta "¿que tenía en España?" nada de lo que tenía allí en México: Amistad, tranquilidad, felicidad... fui consciente, que me iba a dar mucha tristeza, cuando tuviera que decirles adiós, porque ellos me estaban tratando como una mas, como si me conocieran de toda la vida, en ningún momento, miraron nacionalidad, discapacidad, nada. Se podría decir que su trato, era como si fuera su hija o hermana, eso para mi, no tenia precio ninguno, era algo que quería que no acabara nunca, que siempre fuera igual.
Escrito: 03 de septiembre del 2013
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