Es muy duro, muy difícil, yo no sé, como las demás víctimas, con un resultado peor pueden convivir con ello, yo no puedo, no es que no quiera, es que me es imposible, solo verlo, el terror me invade, eso que no ejecutó sus perversos planes.
Todo empezó aquella tarde, cuando me lo encontré, en el café, hacía años que no lo veía, yo había quedado con una amiga, pero aún no había llegado, la puntualidad no era su fuerte, es algo que se dice de los mexicanos, ella, lo cumple a rajatabla. Se me acercó él, me saludo, ¡Apestaba a alcohol! Recuerdo sus palabras "como has crecido, que hermosa estás" Esas palabras me produjeron un escalofrió recorriendo la espina dorsal, no por las palabras, sino por el tono de estas. Me quede helada, por fortuna, la esperada llegó.
Por más qué lo intenté la incomodidad me poseía, él estaba en la barra, no me quitaba los ojos de encima, incluso ¡me guiño un ojo! ¡Qué asco! ¡Era dos décadas mayor que mi padre! Eso no fue todo, antes de marchar "Ei ¿no te vas a despedir?"¡me iba a besar en los labios! Giré mi cabeza con desagrado, pero a él no le interesó ¡me besó en la mejilla! Su pestilenta había aumentado, revolviéndome el estómago.
Ya en casa en mi refugio, mi seguridad, pero mi alma no estaba en paz, no podía dejar de pensar en lo ocurrido, ¡ese asqueroso me besó! Me metí en la bañera llegue, a la hora de estar bajo el agua. Tenía un mal presentimiento, no me solía equivocar.
Efectivamente no me equivoqué. Hacía años que no le veía, pero desde ese día, me lo encontraba cada día, no me decía palabra, solo me miraba, no un segundo ni dos, rato y rato, yo en la distancia, él no me sacaba los ojos de encima, su rostro era pervertido. Yo corrí, corrí hasta llegar a la seguridad de mi hogar. Lo siguiente, me encaucé con él, no hubo palabras, no se detuvo, pero durante dos segundos me echó la mirada más pervertida que he visto jamás, se mordió su labio acompañado de un gemido. Ya en mi hogar, me hinché a llorar, por la rabia e impotencia, por lo que pasaría cualquier día. No podía seguir así, debía actuar antes de acabar en el hospital.
Así llegué a comisaría, decidida, una mujer me atendió, lo agradecí, ella entendería mejor. No pudo ser mayor la decepción, cuando me dijo "¿Tienes pruebas reales?" "Eso no nos sirve de nada" Es decir ¡tienes que acabar en el hospital para que te hagan caso! Lo peor seguía viendo al tipo, cada vez más atrevido, pero sin llegar a ser “denunciable”
Una noche, salí con una amiga, tomemos unas copas, era de madrugada cando regresaba a casa sola, estaba algo bebida y mareada, y no me lo podía creer, ¡Me lo volví a encontrar! Me acorraló, no me dejaba pasar, nuestros cuerpos se rozaron, no fue mi imaginación él tacto mi pecho, claramente le dije no, me protejí con mis brazos, pero él solo reía, después me agarró por los hombros "ven, vivo aquí al lado, tomemos otra copa" Yo no quería, me negué, pero él ignoró, y me arrastraba a su guarida, yo no tenía fuerzas para defenderme. En eso llegó un conocido suyo, se despistó me dejó ir, yo aproveche para huir. Si no hubiese sido así… me hubiese violado, ¡Estoy segura! Volví a la comisaria, hablé con la misma mujer, ¡y volvía a ser yo la mala por estar borracha! Encima tuve que escuchar "Agradece que no te violaran"
¡No lo podía creer! Literalmente tenían que hacerte daño para que actuaran… La impotencia podía conmigo, llamé a mi mejor amiga, ella lamentablemente fue violada por un primo suyo, sé que no se compara, pero podía entenderme mejor que la mayoría, y si arrestaron a su primo, lo encarcelaron, pero a los dos años ya estaba en libertad ¡Por buena conducta! ¿Y el trauma de por vida que a ella le dejo qué? Eso no es todo lo que le dijo la policía me dejó helada, algo muy familiar "agradece estar viva" ¡Dios santo, ellos son la justicia! ¿La justicia de quién? ¡Me horroriza pensarlo! Pero ahí dejé de creer en ella, y comprendí que debía hacer justicia yo misma sino acabaría muerta.
El tiempo ha pasado, mi acosador, de la nada desapareció, dicen que alguien le dio una gran paliza, por estar molestando a una chica, yo me alegro de ello, de tener el valor, lo hubiese hecho yo misma. Jamás había pensado así, siempre había odiado la violencia, pero este tipo, la policía… Todos ellos me transformaron, doy gracias al cielo por no haber sido violada, pero si fui muy acosada, eso te acaba afectando de la misma manera, sobre todo psicológicamente, y empiezas a odiar, a desear lo peor a toda esa gentuza. Si la justicia no actúa, uno mismo debe hacerlo ¿o no?
Escrito: 13 de junio del 2015
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