Tengo un mensaje para ti, sí tú, que me miras con asco al pasar, ya, tu mirada no alzas, del suelo no pasa, tus pies corren sin rumbo ni dirección, deseando desaparecer de mi alrededor.
Detente un minuto, mírame un segundo, reflexiona de otra realidad, no soy tan distinto a ti, soy persona como tú, que este en esta situación, no me hace menos, ni peor que tú.
Lo entiendo, no soy el primero que te encuentras, en ellos has confiado, una monedita les has dado, corriendo se han largado a por un trago, o quien sabe quizás han intentado robarte o violentarte. No todos somos así, yo no soy así, tengo mi historia, mi pasado, si me da la oportunidad te la cuento, antes que sigas juzgándome, ante todo soy humano, yo te respeto, por lo mismo pido igual, eso es lo justo ¿verdad?
Yo no siempre he vivido en la calle, no, yo tenía mi negocio muy bien pagado, mi casa, una hermosa familia, realmente no podía quejarme de nada, tenía todo lo necesitado y deseado, pero, un día mi hijo menor de ocho años, amaneció con fuertes fiebres, un dolor abdominal tremendo, no tardemos en llevarle al hospital, lo internaron, estuvieron días con pruebas continuas, sin encontrarle el motivo de esas fiebres, hasta que días más tarde encontraron el mal, Cáncer… No tardaron en iniciar el tratamiento necesario, mi hijo que no era más que un niño, paso de tener una infancia feliz, a una infancia entre cuatro paredes, en una habitación de hospital, donde cada dos horas, lo llenaban de medicamentos e inyecciones, la quimioterapia, era lo peor, a su madre y a mi, se nos rompía el corazón, de verle sufrir así. Yo tuve que reducir mi jornada por estar con él, su madre igual, manteníamos la esperanza, pero el tratamiento no funcionaba, el tumor ganaba, los médicos no nos daban esperanzas, no estábamos dispuestos a ello, gastemos todo nuestros ahorros, en buscar una segunda opinión, la opción de salvar a nuestro hijo, con nuevos tratamientos, viajemos a Chicago, donde están los mejores especialistas, pero no tenían buenas noticias tampoco, no nos quedaba mas, que resignarnos y nuestro hijo enterrar.
La muerte de un hijo es lo peor que puede vivir un padre, ya nada vuelve a ser igual. Me volví a incorporar en el trabajó, pero la empresa quebró, y cerró, nosotros ya sin un céntimo, porque todo fue gastado para la cura de nuestro hijo ya fallecido. La relación entre mi esposa y yo, se enfrió enormemente, ya apenas teníamos relación de pareja, pasábamos el día entre peleas y discusiones, yo intenté encontrar otro trabajo, pero sin ninguna suerte, mi esposa doblo, el turno, apenas ya nos veíamos, cuando lo hacíamos era para discutir. Eso no era vida, ni para nuestros dos hijos ni para nosotros, mejor decidimos divorciarnos. Ella y nuestros hijos se quedó con la casa, yo me salí, no tengo hermanos, mis padres fallecieron ya hacía tiempo, telefoneé a un amigo, en el que me recibió en su casa muy amablemente, pero él tiene su familia, no me podía quedar allá eternamente, y aquí estoy, intentado sobrevivir como cualquier otro ser humano.
Si soy humano, sí, soy indigente, si vivo en la calle, pero no soy mala gente, solo di todo para salvar a mi hijo, la vida me lo arrebató, ya no me queda más, que creer en las personas, y no se dejen llevar solo por las apariencias, detrás de esta siempre hay una historia, no siempre es como ellos creen. Solo pido una ultima oportunidad de volverme a levantar y volver a empezar.
Escrito: 08 de julio del 2016
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