Cuando tenemos discapacidad, es
complicado, siempre hemos escuchado que somos menos válidos, menos capacitados,
que somos diferentes, que, si formamos parte, seriamos de las capacidades
diferentes… nuestra autoestima está tan hecha añicos, que nos cuesta creer que alguien
sin discapacidad, nos quieran de su equipo, nos permitan formar parte, nos
cuesta creer que lo hagan de corazón, ya que el mundo en general nos ha
mostrado lo contrario, se nos olvidó lo realmente valido.
Mi adolescencia fue perdida entre
4 paredes, la familia poco entendía, no hay peor ciego ni sordo, de aquel que
no quiere oír ni ver, mi vida social se reducía a los veranos a un centro de
personas con discapacidad, donde hacíamos actividades de verano. En invierno,
en clase, el profesorado perfecto, me incluían, facilitaban y adaptaban lo
necesario, pero los compañeros era otra cosa, el mismo profesorado era consciente
de ello, me ayudaban lo más que podían. No tenía amigos, así que clase a casa y
a la inversa. Encontrar el trabajo también fue un tanto difícil, alguna que
otra discriminación viví. Con todo el único trabajo que me dio la oportunidad tiene
que ver con la discapacidad
Encontré el amor, y bueno ya
recuperé toda la adolescencia perdida y más allá, aflorando otra parte de mi
oscura y taciturna, prefería la noche y su locura, que el día y su paz. El
padre de mi hija y yo solos (Una especie de Harley Queen y Joquer) él y yo y
nuestras locura infernal.
Ahora ya, como adulta, logrado
entender y salir del mundo de la noche, es más la detesto, a las 22.00 ya en
casa, hasta que amanezca un nuevo día. He encontrado esas cuerdas de la
sobriedad, a la misma no tiene que ver con la discapacidad. La iglesia
evangelística, ya hace años que estoy anclada, y yo sé que formo parte, pero aún
me cuesta creerlo. Mi grupo de taichi, más de una vez me lo han nombradp, “Eres
parte del grupo” aun así me siento pequeña a su lado. Esos doce pasos que me
sostienen y compañeros que me rodean, más que compañeros mi familia, entienden
la parte más oscura de mí, mucho mejor que mi propia familia, son mi ayuda para
que siga dormida.
Hoy, sé que formo parte de estos
tres grupos, aunque me cueste ser consciente que es de corazón, que soy una
parte importante de cada colectivo, no por otra cosa, que mi propia persona,
porque soy digna de ello. Cuanto daño hace la falta de demostración de afecto
en esa infancia, en esa adolescencia, cuanto se nota la ausencia, de esas
palabras de aliento, positivas, motivadoras, esas palabras que demuestran que
las dos personas más importantes de tú vida, confían, creen en ti… Esa
discriminación, esas palabras anti confianza de uno mismo, se te quedan grabadas
en el subconsciente, como cuesta, sanar esa herida, esa desconfianza… Pero yo
sé que formo parte de esos tres grandes grupos, aunque aún son demasiadas las veces
que no me siento digna, pero se que soy parte, en el fondo de mi corazón sé que
me lo merezco, estoy a la misma altura que ellos. Para terminar una anécdota de
ayer, hubo un concierto de la iglesia evangelística, la apóstol me regaló una
camiseta, me emocioné directamente, ya que pensé que solo se la daban a los más
allegados y anclado a la iglesia, quizás sí, quizás es solo que yo soy parte
importante para ellos, y lo único que falta que yo misma me lo crea, como dijo el lema de ese gran concierto de la iglesia evangelística, MJPV y de este 2024 "Si puedes creer..." me crea
que soy digna de ese galardón que ya está premiado.
Escrito: 15 de julio del 2024
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