Hace 1 año y dos meses, que viajé
a una reunión de trabajo, a la capital. Siendo usuaria de silla de ruedas de
motor, hubo que solicitar el bus con plataforma. Fue algo novedoso para mí,
ayer mismo, tuve que volver, ya no fue tanta novedad, lo que, si me sorprendió
lo mal que están acostumbrados el transporte público en España, accesible para
todo tipo de sillas.
Sí llegó con plataforma a
recogerme, pero estába estropeada, más de 30 min, que el conductor hizo sus
intentos, yo ya llegaría tarde, a esa reunión, pero es que no solo yo, todo el
autobús llegaba tarde, a sus compromisos, y con todo entre cinco, tuvieron que
subirme a pulso. Una vez arriba, si, ya tenía mi espacio para la silla, una
barra, un botón para cualquier cosa, eso lo vi perfecto, pero ya no existen
anclajes para la silla solo un cinturón para el usuario. Me cogí fuerte a la
barra, porque parece que ignoran, que nuestro equilibrio no es el suyo,
precisamente los buses, no dejan de dar fuertes vueltas, en el que nuestra
silla y equilibrio se están moviendo, aparte de un fuerte mareo, esa
espasticidad que produce el miedo involuntario puede producir la caída… Llegue
tarde a mi reunión era algo de esperar, ya había llamado para avisar.
Llegando a Gerona no me dejaron
en la pura estación, sino en una especie de carretera “yo con lo fácil que me
pierdo en mi propio pueblo” pedí indicación y estaban como en la otra punta de
Girona, yo con la betería de la silla que en estos días me ha empezado a fallar
e ignoraba si me dejaría tirada en medio
Girona, si me guiaba por el medidor de batería, eso parecía, pero alguien mas grande me respaldaba... decidí ignorarlo,
y seguí avanzando y fui avanzando, pero lo que menos necesitaba en ese momento era esa aventura,
gracias a Dios que la batería fue aguantando y también encontrarme dos chicas,
extranjeras, pero nos pudimos comunicar bien y gracias a Dios nuevamente,
vivían cerca de la O.N.C.E. de Girona. Me acompañaron hasta la puerta, Gracias
a Dios nuevamente, si dejándome en la central ya me pierdo, imaginaos en esa
situación. Con una hora de retraso, pero llegue al curso.
Para volver debía cogerlo en la
estación nuevamente, menos mal que se me ocurrió llamar para que me recogieran
en la puerta, aunque me pusieron pegas, porque estaban los árboles,
dificultarían la bajada de la plataforma, accedieron, y menos mal porque aparte
que me perdería, ignorando como regresar, estaba cayendo un aguacero cuando
salí de la reunión, nada ningún sitio para resguardarme en esos 60 min. Que me
quedaban asta que llegara el bus, me quedé bajo el mismo techo de la O.N.C.E. justo
enfrente de la parada de autobús, allí aprovechando mi lectura, llegó el bus.
Lloviendo a cantaros, por suerte
esa plataforma si funcionaba bien, lo malo que ese bus, no tenía la barra para
agarrarme, ni engranajes para la silla, solo el cinturón que protegía mi cuerpo…
Gracias a Dios nuevamente, que mantení la calma, la silla no se movió mucho, a
pesar de las tantísimas curvas, eso si yo acabe toda mareada, con todo fue una
aventura, que teniendo la fe en alto, todo se fue solucionando poco a poco, fue
un viaje exitoso, pero si hay que resaltar, la poca sensibilización e información
aún al día de hoy, del transporte público con las personas que necesitan sillas
de ruedas, necesitan una adaptación siempre, ha ver, estamos en el 2024, siglo
XXI es como si la mentalidad estuviera en el siglo IXX…
Escrito: 13 de junio del 2024.
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