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miércoles, 22 de abril de 2020

Relato: Una rosa por Sant Jorge





Detesto ese día, detesto ir por las calles, observar a esas parejitas tan pegaditas, esas miradas tan tiernas, tan llenas de amor. Es un mal día para los solteros, aun más para todos aquellos, que desean amar, no son correspondidos, por desgracia estoy dentro de ese grupo de personas… como dice una canción del arrebato… "como entender… soñar con algo que la vida te ha prohibido, amar a alguien sin poder gritar te quiero, el deseo de ignorar un sentimiento, es como pretender parar el viento…" encuentro que tiene mucha razón esa parte de canción.

El pueblo está animado, varias tiendas de libros se han situado a la calle, varias de flores, de rosas también han puesto su parada. Como me gustaría poder regalar ese libro, al mismo tiempo tener en mis manos esa rosa de ese ser amada… pero… ¿Quién me va a querer a mí? ¿Quién me va a dar una oportunidad? ¿Quién va ser capaz de no mirar la responsabilidad? Aumente la velocidad de mi silla de ruedas, me sentía mal, cada vez peor, solo quería desaparecer, encerrarme en casa y no volver. Pero que más querría aun me quedaban horas en la tienda… el día no hacía más que empezar.
- ¿Hola… Quieres que te regale, una rosa? –¿pero que forma era aquella? ¡Algo así no se pregunta, se regala y ya! Seguí en quinta potencia, tenía que volver a encerrarme… tenía que volver a mi soledad.

Una mañana aburrida, demasiado tranquila, nadie entraba en la tienda de alimentación, hacía un día demasiado bueno, para dejar la calle de lado, hacía demasiado bueno, para entrar en una tienda tan pequeña, como aquella. Entré en la rebotica, a ordenar algunas cajas. A los pocos minutos, escuché la campana de la puerta.
- Ya salgo estoy dentro.
- Sí, si tranquila… yo espero…
Era Fred, mucho estaba tardando… Venía a diario a verme, en muchas ocasiones, no compraba nada, llegaba, nos poniamos hablar y hablar, siempre marchaba con alguna escusa, o comprando un paquete de chicles. No era feo, no era un bombón, pero tampoco del montón, se puede decir, que era bastante guapo -Ya estoy aquí Fred, perdóname, estaba ordenando unas cosas…
- Tranquila… –llevaba la famosa rosa en sus manos. Se le veía tímido, nervioso, pero no era de extrañar, siempre estaba igual –
- vaya… tu novia estará bien contenta por la rosa –le transmití, con una débil sonrisa.
- No tengo novia.
- Bueno, pues tú amiga…
- No es para ninguna amiga.
- ¿Tú hermana?
- Ella ya tiene a su novio, que se lo regalé él.
- ¿Tu madre? –se me estaban acabando las ideas, sinceramente, sin saber porque, me estaba incomodando aquella conversación –bueno pues… sea para quien sea… será muy afortunada –sabes, vienes muy elegante hoy –me fijé que llevaba traje, cuando normalmente iba con tejanos, y camiseta de spot.
- Yo Lauren… venía por qué… -estaba frente a mi, se estaba arrodillando. No pude evitar paralizarme en mi propio asombro –está rosa es para ti, solamente para ti… Soy un cobarde lo se, pero no tenía el valor para decirte lo que ahora vas a sentir… me gustas mucho, es más, sin ninguna duda te quiero… sé que no es mucho con lo que te mereces, pero por favor acéptala – ¡estaba arrodillado, entregándome la rosa!

- ¿Como? Mírame bien… -Sali detrás del mostrador con mi silla –¿tu estás seguro de lo que dices? Yo no soy como las otras chicas, yo soy distinta…
- Distinta ¿por qué?
- Vamos no me hagas esto… -estaba muy sensible aquel día, señalé la silla.
- ¿Lo dices por la silla? Yo no veo el problema por ningún lado, tu necesitas silla, yo necesito un ventolin para respirar mejor ¿y? ¿solo por eso no tengo derecho amar y ser amado?
- No compares por favor, no es lo mismo…
- No claro que no es lo mismo, tu a pesar de la dificultad a sido capaz de levantar un negocio, pese a todas las negativas y barreras que te has encontrado, lo has logrado, otros que no tienen discapacidad, no son ni siquiera capaces de intentarlo. Loren todos somos distintos, todos tenemos una historia, no te cierres puertas por ello, eres preciosa, simpática, con una sonrisa tan bella… una persona impresionante, quien se fije, en el pequeño detalle de la silla, es que realmente, no te merece.
- ¿Realmente lo piensas? ¿realmente me quieres?
- Jamás he estado mas convencido de algo –volvía a tener la rosa frente a mi y esos ojos soñadores "por favor… acéptala" -la sostuve en mis manos temblorosas. Nos miremos a los ojos. Sentía el latir de mi corazón con fuerza, jamás me había visto en una situación así, jamás me habían dicho tan bellas palabras ¿Qué me pasaba? ¿por qué me sentía con ese sin saber? ¿es que me gustaba y no era consciente de ello? ¿había bloqueado tanto a mi corazón, que no era consciente, de las señales que me mandaba? ¿estaba tan ciega de fijarme en esa puerta cerrada, que no me daba cuenta de la que se estaba abriendo? No podía apartar mi mirada de sus ojos, esos enormes ojos verdosos. El palpitar de mi corazón, era cada vez más fuerte, constante. Cerré los ojos, me dejé llevar por mi corazón, note sus cálidos labios sobre los míos, eran suaves, deseaba que no se separarán –eh preciosa… ¿Qué te ocurre? –preguntó al percibir una lágrima cayendo por mis mejillas.
- Estoy bien, estoy genial, al fin encontré, lo que tanto tiempo he buscado y e ignorado que sentía –Me abracé a él y ambos nos difundimos en un tierno y confortable beso en los labios.
Escrito: 23 de abril del 2013
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