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lunes, 3 de agosto de 2020

Carta de una niña en el viaje de la adopción


Es tanta la tormenta, es tanta la tempestad, es tanto lo que te hieren, día tras día, raro es la hora que puedes estar en paz, tus oídos han dejado de escuchar, tus ojos han dejado de observar pero ya no te afecta, aunque todo sigue igual, papá y mamá borrachos, papá gritando, humillando, pegando a mamá, ella arrodillada llorando. Me duele, claro que me duele, pero me siento indiferente, tengo una prioridad, es cuidar de mi hermanito de dos años de edad, debo protegerle, él me necesita, no tiene a nadie más. Le pongo su camiseta limpia. No quiero pero no tengo opción, debo entrar en la zona de combate. Papá sigue violentando a mamá, media cerveza desparramada por el suelo, eso que no son ni las 11 de la mañana. Realmente no digo, no hago nada solo les miro un momento y papá me clava su mirada… Se lo que va a pasar… echo a correr, salgo al patio, me dirijo al bosque, pero él es más rápido y me atrapa, me levanta 5 palmos del suelo, me entra en la casa, lo demás, no me es desconocido.

 Ya no me avergüenza, antes si me lo ocultaba apenada, pero ya, como otras partes de mí, la vergüenza se me fue, ¿para que esconder? Entro en clase con el labio partido y el moratón en el ojo ¿Me miran? Ya no sé, pero no importa, nada ya importa. Siempre he sido la marginada, la solitaria, a nadie le importaba, y a mi igual.


Era casi de noche ya, era uno de los rarísimos momentos de paz, ambos borrachos, pero sin violencia por el medio, cuando irrumpió en la casa, la policía, mis padres se volvieron locos, mi padre se empezó a defender, pero eran dos agentes más fuertes, sin embriaguez, lo esposaron. Por primera vez en mucho tiempo sentí terror, y eché a correr, pero un agente me atrapo, de tanto otro se llevaba esposado a mi padre, el tercero detenía a mi madre, que corría tras mi padre, sí, no tras de mí. Después de eso, mi hermanito y yo fuimos  a cargo del estado. De la nada me vi rodeada de médicos, psicólogos, era el centro de atención, preguntas contínuas, miradas penetrantes, tuve que desnudarme delante de seis desconocidas… Querías asegurarse que no me habían violentado ya sabéis de que forma, por más que grité "Que no había sido así" me ignoraron, no me escucharon.


 No fueron días fáciles, días de insomnio, mi hermanito tenía miedo, de esos desconocidos, poco tiempo me deaban con él a solas. En pocas semanas nos adoptaron, sí a los dos, una pareja “deseosa de hijos” pero a la misma muy impaciente, mi hermanito y yo habíamos sufrido demasiado para confiar fácilmente, yo mostraba mi desconfianza, mi hermanito, no importaba los juguetes, había sido separado de todo lo que conocía, era obvio, que no estaba a gusto, pero ellos no pudieron enteder al hogar de acogida nos devolvieron.

Me volvieron adoptar el problema es que a mi hermanito no, por desgracia, un cambio más en su vida, también en la mía, si eso no fuera poco, con esa nueva pareja, todo lo que hacía estaba mal, todo lo que tocaba estaba mal, ellos me castigaban, no castigos físicos o ¿sí? Me metían bajo la ducha, bajo el agua helada. Cuando pensé que había salido del pozo, me encontré que seguía cayendo, cada vez, con más velocidad, no había luz en mi vida, todo era oscuridad, cada vez, más tenebrosa, pesadillas las 24 horas del día, solo trataba  de sobrevivir, no aspiraba a más, había perdido todo, ya no me quedaba nada, nada. No podía dejar de pensar en mi hermanito ¿estaría bien? ¿Quién le abrazaría cuando tuviera miedo? ¿Quién le diría que todo saldría bien? ¿Quién me lo dirá a mí? No soy tan fuerte como parezco, solo tengo 11 años, yo también necesito abrazos, consuelo, palabras de aliento ¿Quién me daría todo eso ¿Quién?


Nuevamente una nueva familia me solicitaba, está vez era una mujer soltera, que se esforzaba demasiado en que me gustara, yo realmente ya no confiaba en nadie, todas las palabras, todas las promesas me resultaban vacías, falsas.



No estoy orgullosa pero en una ocasión me compro un vestido, a mí me recordó los regalos de mi padre a mi madre después de las innumerables palizas, en vez de agradecer le grité, le grité muy fuerte, es que mi pasado me marcaba demasiado, el futuro lo desconocía, pero me aterrorizaba. Pero también me arrepentí al momento, pero cuando fui a disculparme, ella hablaba por teléfono, con los del centro de acogida, no quise escuchar, ella no era distinta a los demás, hice bien en no confiar, corrí a “mi” habitación, con rabia empecé a empaquetar.


 Escuche un coche, me asomé a la ventana, era mi monitor de acogida, pero había algo diferente, no venía solo, abrió la puerta de atrás, el sol volvió a brillar en mi interior ¡Era mi hermanito! ahí estaba ¡sí, era él! Esta mujer no, no quería librarse de mí, lo adoptó también a él ¡Al fin volvimos a estar juntos! ¡Al fin la luz había tapado toda la oscuridad! logre paz y felicidad.

 Escrito: 15 de junio del 2015

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