En una colina muy lejana, donde todos han escuchado hablar, pero ninguno ha sido testigo, una colina, un paisaje, donde todos los personajes navideños, hacen acto de presencia, cada uno preparado, para llegar a su extremo del mundo… Santa Claus, los tres reyes magos, los tronquitos mágicos, los duendes traviesos, son solo algunos de los ejemplos, de los muchos protagonistas que existen alrededor del mundo.
Los tronquitos mágicos se iniciaban a despertar, de los grandes protagonistas que existe en Cataluña un pequeño estado, de un lugar del mundo de Europa. Después de once meses de hibernación completa, sentían sus baterías recargadas, preparados para un mes de trabajo intenso. Algunos ya tenían sus casas destinadas, otros eran su primer año con tal cargo, y marchaban a casa de ese infante, para llenarles de ilusiones y de magia.
Tito abrió los ojos, veía el mundo por primera vez, durante ese año de invernación le estuvieron cuidando, mimando, y preparando para ese momento, de acompañar a ese niño o niña en la tierra. Estaba ilusionado, deseoso, de poder compartir tal extraordinaria experiencia… apenas abrió los ojos, escuchaba con desespero, con lágrimas silenciosas, el lamentar de una pequeña, no era una desconocida, era una niña llamada “Vicky” Ya de 6 años, pero Tito y ella, ya se habían conocido mucho antes… no pudo evitar Tito, el recordar ese primer encuentro con Vicky…
era una pequeñita cachorrita que no llegaba a los 24 meses, él era el elegido para cuidarla darle esos momentos, de ilusión, alegría, felicidad… Ella iba con su papá, cuando encontraron a Tito el tronquito por primera vez, con alegría esa pequeña lo abrazó lo llevó a su casita… para cuidarlo, mimarlo, alimentarlo, cerca de ese fuego ardiente, que le mantenía calentito.
Ya el tiempo había pasado Vicky ya no era una cachorrita, sino una niña de 6 años, que imploraba con urgencia la llegada de ellos “¡¿Por que os habéis olvidado de mi?!” Tito se lamentaba mucho de esa tristeza, no tardo en salir al encuentro de Vicky… Por el camino, de montañas altas y hondos valles, se encontró con dos elfos, parecían mellizos, elfo y elfa Oriol, Fiona, se hacían llamar, se encontraban muy nerviosos porque se habían perdido, en la llegada también junto a Vicky. Al ver que estaban destinados los 3 a la misma niña, Tito les animó para ir los tres juntos, en compañía todo sería más divertido. Los elfos, empezaron a saltar entusiasmados, Tito se sentía feliz, de verles felices, sufría mucho, al ver a otros seres tristes. Tito adoraba la compañía, le fascinaba hablar, era duro que el único que le escuchaba era así mismo, en eso viaje, ya no estaba solo, el único inconveniente, es que estos elfos eran acróbatas y muy traviesos, les gustaba tirarse uno al otro, de lo mas alto, saltaban como canguros, haciendo competición. A Tito le daba terror mirar, por si caían, por si se hacían daño, pero ellos reían a carcajada, se escondían a cada rato, Tito pasaba momentos de verdadera angustia buscándolos, con la certeza que se habían perdido, ignorando, que estaban muy cerca de él, disfrutando de su desesperación, como si de un juego se tratara hacían que la llegada a Vicky se atrasara pero estaban muy ilusionados, era la primera vez que iban a la casa de una niña. Tito les explicaba que allí tenían que estar muy quietecitos, que los humanos no podían detectar que se movían por sí solos.
15 de diciembre, una semana para nochebuena, nuestros protagonistas llegaban a casa de Vicky, en un comedor, pequeño pero acogedor. La casa estaba vacía, si no fuera por Yera, el perro mestizo, mitad schnauzer, que no tardó en inspeccionarlos con su húmeda nariz, con su eficaz olfato. Los elfos, olvidando las palabras de Tito, volvieron loco al sabueso, incluso se subieron a sus lomos… Tito se encontró con su hermano pequeño “Juliol” que durante el año, era un simple peluche para Vicky, pero una vez que llegaba el hermano mayor, la magia le envolvía, cobraba vida… Al llegar la niña protagonista, un grito de emoción y alegría salió de sus boca, al ver al tronquito mágico y sus invitados. Vicky no se separaba de ellos, desde que amanecía, hasta que volvía a amanecer, se lavaba los dientes con ellos, desayunaba con ellos, jugaba con ellos, veía la tele con ellos, les leía a ellos, paseaba con ellos, se duchaba con ellos, les cuidaba a ellos, se acostaba con ellos, pero ahí, cuando las luces de los humanos se apagaban, las puertas se cerraban… los duendes despertaban, sin hacer ruido, iban al encuentro de Tito, e intentaban comerse su comida, o sino, dejaban que la curiosidad llevará el timón, hacían muchas travesuras… “¿Por que a ti te dan de comer a nosotros no?” preguntaban los elfos “Vosotros sois seres mágicos, como yo, pero yo necesito alimentarme, para traer todo lo que pide Vicky” les mostro la carta de regalos, había muchísimos, tanto, que los elfos se llevaron las manos a la cabeza… “¿Para nosotros también habrá regalos?”
Los días iban pasando, mientras no eran observados, las travesuras por parte de los elfos ganaban terreno, el tronquito Tito, iba de infarto, en infarto, preocupado por ellos, como encontrarlos en lo más alto del árbol de navidad, tocando esa estrella fugaz, o haciendo acrobacias en los muebles… . Cuando Vicky, la niña de 6 años, llegaba a la casa, toda la atención eran para ellos, montones de comida le llegaba al tronquito, los elfos, bien traviesos, algo celosillos, la iban probando, pero esas cáscaras de frutas estaban muy duras y no muy gustosas… Les gustaba asustar a Yera, la mascota de la casa, ella les ladraba con desespero, para después ser regañada por sus amitos… que no entendían de lo que ella era testigo, su razón de ladrar…
Faltaba pocos días para navidad, era domingo, Vicky despertó, nerviosa, entusiasmada por averiguar la travesura de los dos elfos, pero su sorpresa fue mayor, al encontrarse cinco elfos más, con restos de palomitas, latas de refresco, por todos lados. La pequeña estaba entusiasmada, por tener más nuevos amigos, se sentó en la mesa de la cocina, y dibujo a una de las elfas, era algo distinta a los demás, como en el tamaño por ejemplo, pero las orejas eran idénticas… esa mas los 6 elfos restantes, y los dos tios
24 de diciembre, Vicky se asombro, al despertar, encontrarse un caminito de chocolates, que llegaban donde Tito, para sorpresa de la niña, había una nota. Ella con sus 6 añitos, ya había aprendido a leer, a su ritmo logro vocalizar “Vicky, ya estoy listo, para traer regalos” La pequeña dió un salto de alegría, pero su mamá y su yaya, le recordaron, que había que esperar. Los grandes tenían que trabajar, había que esperar a que Pau su primito llegará, también la Tía Ana, y Bayron… “¿Cuando es eso yaya?” Preguntó impaciente la pequeña… de aquí a 6 horitas. “¡¿6 horas?! ¡Eso es mucho!” Así Vicky pasó la mañana, haciendo manualidades, contándoles cuentos a Tito y los elfos, que se habían quedado incrustados encima del tronquito, como si se hubiesen puesto “Super glue”... las horas pasaron eternas para Vicky, montones de “¿Ya es la hora?” cuando mil horas despues o eso le pareció a Vicky, llegaron los invitados tan esperados, iniciando el ritual de rezos, y de golpes de bastón, fue momento familiar, divertido, entrañable, tierno, llenos de risas y de nervios, en cada golpe de bastón, la ilusión de encontrar los regalos bajo la manta… Para merendar chocolate desecho y bizcocho, más risas y juegos.
A la mañana del 25 de diciembre, todo estaba muy tranquilo, no se veía travesura aparente, es más, Tito, los elfos, todos los elfos, no estaban en la casa y “Juliol” se encontraba en la caja de juguetes de Vicky. En la mantita de Tito, había una nota… “Vicky, ya sabes, después del golpe de bastón, los regalos y chocolates, nos tenemos que ir, a nuestro mundo, a recuperar fuerzas para el año que viene, no estes triste, sabes que no es un adiós, es un hasta luego, el año pasará pronto y volveremos llenos de energía para más juegos y diversión. Te queremos… hasta pronto” Vicky al leer la nota, se abrazó a su yaya Esme, con un llanto desconsolado. Al rato, cuando logró calmarse, dormir un poco, entendió que Tito, la magia de Juliol, ahora también los elfos traviesos, son periodos de tiempo, el tiempo de la navidad, ahora se había acabado, pero volverían… ella los esperaría con mucha ilusión.
Escrito: 25 de diciembre del 2025
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